sábado, 2 de septiembre de 2017

7 ejercicios para reafirmar los glúteos en casa


Además de la rutina de ejercicios, para obtener resultados será fundamental cuidar nuestra alimentación e ingerir 2 litros de agua diarios.

Si deseas tener los glúteos perfectos, existen muy buenas rutinas fuera o dentro del gimnasio que te pueden ayudar. En el siguiente artículo aprenderás lo más eficaces ejercicios para reafirmar los glúteos, para conseguir buenos resultados en cuestión de semanas.
La flacidez de los glúteos es un problema estético que requiere, en primera medida, de esfuerzo y en segunda, de constancia, para poder corregirlo. Con ejercicios regulares puedes obtener la figura que deseas.
Es preciso tener en cuenta, antes de comenzar con la rutina para los glúteos, que en todo momento la espalda ha de estar recta, así la cuidarás y evitarás problemas. Lo que tiene que trabajar es la zona de los muslos y no la cintura.
Si sientes tirones o dolor en los lumbares o en las caderas, entonces quiere decir que estás haciendo mal el ejercicio. Reacomoda la postura y vuelve a empezar. Por más que quieras tener los glúteos firmes no tienes que descuidar la espalda ni provocar lesiones.
Gluteos
Los ejercicios se pueden hacer tanto en el gimnasio como en la sala de tu casa, lo importante es que seas estricta con la rutina, que la repitas al menos tres veces a la semana y que comas más saludable. De nada te servirá esforzarte tanto si después ingieres cualquier alimento. Y no olvides beber al menos dos litros de agua por día, hagas o no hagas ejercicio.

Los mejores ejercicios para reafirmar los glúteos

1. Sentadillas

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Sin duda, son los más conocidos ejercicios para los glúteos, muslos y piernas. Se trata del ejercicio imprescindible en cualquier rutina. Puedes hacerlo con diferentes variantes, usando una barra con pesas, con mancuernas o simplemente el peso de tu cuerpo para generar resistencia.
  • De pie, separa las piernas hasta un ancho de hombros. Si usas mancuernas, pueden quedar a los laterales del cuerpo (una en cada mano) o con los brazos estirados a los costados (a la altura de los hombros). Si usas barra de peso, pásala por detrás de la cabeza y sosténla con los hombros.
  • Flexiona las rodillas para que el cuerpo descienda. Trata de que los muslos estén paralelos al suelo y que la línea imaginaria de la rodilla no sobrepase la punta de los pies.
  • Mantén esta posición durante algunos segundos, luego, retoma a la postura inicial. El movimiento debe ser lento y pausado.

2. Media sentadilla o estocada
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Es una de las variantes más sencillas del ejercicio anterior. La posición es la misma y también puedes usar tu cuerpo, la barra de pesas o las mancuernas como resistencia.
  • Los pies a un ancho de hombros. En lugar de bajar hacia el piso, lo que debes hacer es dar un paso hacia adelante con un pie, lo más exagerado que puedas sin perder el equilibrio.
  • Mantén los hombros por arriba de las caderas. La pierna que ha quedado atrás también debe flexionarse desde la rodilla, para que roce el piso.
  • La rodilla delantera no debe sobrepasar la línea de la punta del pie. Vuelve a la posición inicial y repite con la otra pierna. Intercambia y cumple la misma cantidad de posiciones con cada una.

3. Extensión de cadera

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Para este ejercicio debes estar acostada en un banco de gimnasio (o puedes hacerlo en tu cama) y las caderas deben quedar en el extremo, con los pies colgando hacia abajo.
  • Levanta ambas piernas al mismo tiempo, haciendo fuerza con los músculos de los muslos y de los glúteos. Deben quedar a la altura de las caderas.
  • Mantén esta posición y alterna como si estuvieras dando patadas para nadar, pero en el aire. Cuando una pierna está más cerca del pecho, la otra queda a la altura de la cadera, se juntan en el medio del movimiento.

4. Elevaciones
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Ponte de pie frente a un banco o silla que sea resistente y alta para poder inclinar una rodilla en un ángulo de 90° y pararte sobre ella.
  • Ubica el pie derecho en el banco y eleva el cuerpo usando la fuerza de los músculos de tus muslos y glúteos.
  • Estira lo más que puedas, la idea es que la pierna quede totalmente estirada. La pierna izquierda no debe tocar el banco, pero si puede ponerse de puntillas.
  • Mantén la postura unos segundos y desciende de forma lenta. Repite cinco veces con esa pierna antes de cambiar.

5. Presión de glúteos
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Coloca las rodillas, los codos y los antebrazos en el piso. Las rodillas a la altura de las caderas. Los codos en línea recta con los hombros.
  • Debes apretar el estómago y alinear bien la espalda. Ahora levanta la pierna izquierda hasta que la rodilla te quede a la altura de la cadera, flexionada.
  • Aprieta los glúteos durante tres segundos y desciende a la postura inicial. Realiza quince repeticiones antes de pasar a la otra pierna.

6. Patadas
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Comienza el ejercicio en la misma postura que el anterior, apoyando codos, rodillas y antebrazos en el piso. Aprieta el estómago.
  • Levanta la pierna derecha a la altura de la cadera, flexionando la rodilla. Las patadas se pueden hacer tanto para arriba (como si la planta del pie tocara el techo) o bien para atrás, estirando la pierna y que quede recta.
  • En cualquiera de los casos debes mantener durante unos segundos. Haz ocho repeticiones y cambia de pierna. Para que el ejercicio tenga más resistencia, puedes usar unas pesas de tobillos.

7. Levantamiento de pelvis
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Acuéstate boca arriba en una colchoneta, apoya las plantas de los pies en el suelo, flexionando las rodillas. Los brazos a los laterales del cuerpo.
  • Eleva la pelvis hacia el techo, ejerciendo presión con los glúteos o muslos. La espalda debe quedar en diagonal al suelo.
  • Mantén la postura durante unos segundos y vuelve a la postura inicial, sin llegar a tocar la colchoneta con los glúteos.
  • Haz diez repeticiones, descansa y vuelve a empezar. Una variante a este ejercicio es colocar una pesa redonda en el abdomen.
 Fuente: https://mejorconsalud.com/7-ejercicios-para-reafirmar-los-gluteos-en-casa/

¿Saltarse el desayuno provoca un aumento de peso?


Pregunta: ¿Saltarse el desayuno provoca un aumento de peso?
Cuando era joven, mi madre decía que si no desayunaba “entrenaría” mi metabolismo para que fuera más lento, lo que causaría un aumento de peso y problemas de salud. Pero prefiero desayunar solo un poco de té y un bocadillo unas horas después de levantarme. ¿Hay algo de cierto en su teoría?

Respuesta:
La industria alimenticia ha mantenido ese argumento durante décadas con tal de vender cereales para el desayuno. Pero la ciencia no tiene evidencia alguna de que esto sea cierto.
La idea de que un desayuno sustancioso es bueno para la salud data de la década de 1920, cuando Edward Bernays, un gurú de las relaciones públicas, dirigió una campaña  en la que animaba a las personas a comenzar sus mañanas con un desayuno de huevos y tocineta. En ese momento, uno de sus clientes era Beech-Nut Packing Company, que vendía tocineta y otros productos porcinos.

En las décadas siguientes, docenas de estudios de observación mostraron que quienes desayunaban tendían a ser más delgados. Aunque estos estudios no encontraron una relación causa-efecto, muchas autoridades sanitarias y empresas del sector de la alimentación aseguraron que dichos estudios sí probaban que desayunar protegía a las personas del aumento de peso.

Pero algunos experimentos en los que asignaron gente al azar para que desayunaran o ayunaran no llegaron a la misma conclusión. Uno de los más recientes, publicado en febrero, no encontró diferencia “en el cambio del peso corporal y el estado de salud” entre las personas a las que se les pidió que desayunaran durante seis semanas y quienes ayunaron durante el mismo periodo de tiempo.
James Betts, profesor adjunto de nutrición y metabolismo de la Universidad de Bath en Inglaterra, y uno de los autores del estudio, cree que “desayunar o ayunar no tiene, por sí mismo, un impacto en tu peso”.

El Dr. Betts dijo que, a diferencia de las pruebas aleatorias, los estudios observacionales podrían ser engañosos. Muestran, por ejemplo, que la gente que desayuna también tiene otros comportamientos asociados con la buena salud. Tienden a beber y fumar menos, consumir menos azúcar, comer más fibra y hacer más ejercicio que quienes se saltan el desayuno.
“Todo lo que sabemos a partir de los estudios observacionales es que la gente que desayuna es más delgada” dijo. “Pero puede que otros factores sean la razón”.

La solución al aumento de peso en algunas mujeres puede estar más cerca que nunca


Para las mujeres de mediana edad que tienen dificultades con el peso, una serie de hallazgos científicos recientes suena demasiado buena para ser verdad. Y los investigadores advierten que puede que así sea.

Unos estudios realizados en ratones indican que una sola hormona cuyos niveles se elevan durante la menopausia puede ser responsable de la característica redistribución del peso en la edad madura en el abdomen, que provoca que la figura de muchas mujeres cambie de “pera” a “manzana”. Al mismo tiempo, esta hormona podría impulsar la pérdida de masa ósea.

En los estudios con ratones, bloquear la hormona resuelve esos problemas: aumenta las calorías quemadas, reduce la grasa en el abdomen, desacelera la pérdida de masa ósea e incluso promueve la actividad física.

La idea de que una intervención tan simple pueda resolver dos grandes problemas de la menopausia ha sido objeto de la atención de los investigadores y ha suscitado comentarios en prestigiosas revistas especializadas como New England Journal of Medicine y Cell Metabolism.

“Es una idea superinteresante”, dijo el Dr. Daniel Bessesen, un experto en obesidad y profesor de Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado. Añadió que, ante el aumento en la obesidad, “definitivamente necesitamos nuevas ideas”.
El trabajo comenzó cuando el Dr. Mone Zaide, profesor de Medicina en la Facultad de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí, en la Ciudad de Nueva York, se preguntó si una hormona reproductiva —la hormona foliculoestimulante o FSH, por su sigla en inglés— afecta la densidad ósea.

Se supuso durante mucho tiempo que el papel de esta hormona estaba limitado a la reproducción; la FSH estimula la producción de óvulos en las mujeres y de esperma en los hombres.
Los investigadores sabían que los niveles en sangre de la FSH se disparan cuando los ovarios comienzan a fallar antes de la menopausia. Al mismo tiempo, las mujeres pierden masa ósea con rapidez, incluso si se mantienen constantes los niveles de estrógeno, que ayudan a preservar los huesos.

El Dr. Zaidi pensó que la FSH podría ser culpable de la pérdida ósea. Así que él y sus colegas crearon un anticuerpo para bloquear la FSH en ratones de sexo femenino a los que se les habían extirpado los ovarios.

Como las ratonas no estaban produciendo nada de estrógeno, deberían haber estado perdiendo masa ósea. De hecho, la médula ósea de tales ratonas por lo general se llena de grasa en lugar de desarrollar células óseas. Lo mismo sucede en las mujeres: por eso sus huesos pierden densidad. Sin embargo, en el laboratorio del Dr. Zaidi, las ratonas que recibieron el anticuerpo no desarrollaron una médula espinal llena de grasa y, para gran sorpresa de este investigador, perdieron grandes cantidades de grasa.

“Este es un hallazgo muy extraño”, recuerda que le dijo su amigo el Dr. Clifford J. Rosen, un especialista en huesos del Instituto de Investigación del Centro Médico de Maine. El Dr. Zaidi convenció al Dr. Rosen de ayudarlo a repetir los experimentos de manera independiente, cada uno en su propio laboratorio.

El principio, el Dr. Rosen dudaba: “Dije: ‘No lo creo; creo que no va a funcionar y costará mucho dinero’”. Sin embargo, recibió una beca para llevar a cabo esta investigación, y los dos laboratorios la realizaron.
Dos años y medio después, ya tenían sus resultados: estos reproducían los hallazgos originales del Dr. Zaidi. Los investigadores también plantearon una teoría que podría explicar las tasas metabólicas aumentadas en ratones con la FSH bloqueada.

Hay dos tipos de grasa en el cuerpo: la grasa blanca, que principalmente almacena energía, y la grasa parda, que quema calorías y se deshace del calor.
La grasa parda es más común en los niños, pero los investigadores han descubierto que los adultos también la tienen en cantidades pequeñas. En los ratones experimentales, la grasa blanca se convirtió en grasa parda.

Por lo pronto, el Dr. Rosen no está emitiendo un juicio sobre si los resultados serán aplicables a humanos. “Creo que la idea cuenta con algo de credibilidad”, dijo. “Pero ¿significa algo? No lo sé”.
Por otra parte, ellos no son los únicos investigadores que encontraron un vínculo entre la obesidad y la extraña interacción entre las hormonas.

Wendy Kohrt, profesora de Medicina en la Universidad de Colorado, ha estado estudiando los efectos de la menopausia en la grasa corporal de las mujeres y la cantidad de grasa que queman. La Dra. Kohrt les ha dado a mujeres premenopáusicas un medicamento que bloquea la producción de estrógeno y FSH, lo que las lleva a un estado reversible de menopausia.

Encontró que a los cinco meses la grasa de las mujeres se va a su abdomen, aumentando en un 11 por ciento en promedio. Además, queman 50 calorías menos al día.

El efecto se revierte cuando las participantes dejan de tomar el medicamento o cuando la Dra. Kohrt les da estrógeno. Algo similar ocurre en los hombres, aunque no está claro que la FSH sea la única causa, dijo el Dr. Michael W. Schwartz, director del Centro de Investigación sobre Nutrición y Obesidad de la Universidad de Washington.

Los hombres con cáncer de próstata avanzado a menudo toman Lupron, un medicamento destinado a detener la producción de testosterona, la cual alimenta sus tumores. A menudo suben de peso y acumulan grasa en el abdomen. Este medicamento también bloquea la producción de FSH, y los estudios en ratones sugieren que esto debería prevenir el aumento de peso. Eso puede deberse a la pérdida de testosterona.

Sin embargo, en experimentos en los que se administró tanto Lupron como testosterona a hombres —y se dejó a la FSH como la única hormona bloqueada— estos siguieron sin subir de peso. Por lo tanto, claramente la FSH no es el único factor en juego.

No obstante, el sueño de contar con una manera fácil de prevenir el aumento de peso abdominal es tan atractivo que uno desearía que la nueva propuesta fuera verdad, dijo el Dr. Philipp E. Scherer, un profesor de Medicina Interna del Centro Médico de la Universidad de Texas Southwestern.
Ha observado demasiados estudios con ratones que fallan en humanos como para estar convencido de que este tendrá éxito. “Estaré al margen, esperando”, dijo.

El Dr. Zaidi no se desanima. Ya está preparando las pruebas con el anticuerpo anti-FSH en humanos. “No tengo ni la menor idea de si funcionará en humanos”, dijo.

Fuente: https://www.nytimes.com/es/2017/08/22/aumento-peso-fsh-menopausia/?rref=collection%2Fsectioncollection%2Farchive&action=click&contentCollection=salud&region=stream&module=stream_unit&version=latest&contentPlacement=6&pgtype=collection


Sí, demasiado colesterol ‘bueno’ puede ser malo


Por lo general los niveles altos del colesterol HDL, o “bueno”, se consideran saludables. ¿Pero puede ser malo tener niveles demasiado altos de algo bueno?

Es posible que así sea, según los hallazgos de un estudio publicado en la revista European Heart Journal. Un equipo de investigadores daneses le hicieron seguimiento a más de 116.508 hombres y mujeres, con una edad promedio de 57 años, durante un periodo de seis años. Hubo 10.678 muertes.
Después de ajustar otros factores, un HDL de 73 miligramos por decilitro en hombres y de 93 en mujeres se asoció con la mortalidad más baja por cualquier causa. En comparación con eso, los hombres con niveles de HDL de 97 a 115 tuvieron un riesgo de muerte incrementado en un 36 por ciento, y el doble del riesgo con más de 116. Las mujeres con valores por arriba de 135 presentaron un incremento de riesgo en un 68 por ciento (solo el 2,3 por ciento de los hombres tuvieron niveles por arriba de 97, y 0,3 por ciento de las mujeres tuvieron niveles por arriba de 135).

El HDL bajo también estuvo asociado con un riesgo más alto de mortalidad, lo que coincide con otros estudios. A niveles por debajo de 39, cuanto más bajo el HDL mayor el riesgo de muerte.
El autor principal, Borge G. Nordestgaard, profesor clínico de la Universidad de Copenhague, dijo que hasta ahora él “felicitaba” a los pacientes con un HDL muy alto. “Mientras más alto, ¡mejor!”.
“Pero ahora sabemos que no es así. Estas personas deben protegerse: hacer ejercicio, dejar de fumar, llevar una dieta sana, y demás”.