domingo, 4 de septiembre de 2016



Penélope
A todos nos gusta el éxito pero no todos trabajamos debidamente para alcanzarlo. No nos hagamos ilusiones pensando que seremos exitosos producto de una lotería, de un concurso hípico o de un negocio turbio. Esto a lo más traería dinero, pero no éxito. Las calles de las ciudades están pavimentadas de personas que consiguieron dinero pero no lograron el éxito que les iba a llenar de felicidad. 
Si preguntamos a 60 personas si desean el éxito, todas responderán que si. Pero si averiguamos cuántas trabajan por conseguirlo nos encontraríamos con que la mayoría no le da la debida importancia a la labor constante por superarse y sacar el máximo provecho a sus dotes personales. 
El éxito no es fruto de poderes misteriosos u ocultos. Este atributo es una habilidad y como todas las habilidades puede ser adquirida, mediante el ejercicio perseverante. Sin embargo, hay tres pasos importantes para conseguirlo. Lo primero es cultivar un intenso deseo por conseguir lo que se ha propuesto. Seguidamente fijar bien y con precisión cuál es el ideal que se desea conseguir. Y finalmente elabore un plan claro y concreto para lograrlo.
Un gran deseo de triunfar
No tengamos miedo a desear ardientemente el bien que nos proponemos conseguir. No temamos soñar. Por un proceso de química mental, el cultivar un ardoroso deseo lleva a los trece mil millones de células o neuronas que tenemos en nuestro cerebro a buscar caminos para lograr conseguir lo que se anhela. Cuantos mayores bienes nos atrevamos a desear, mayores bienes lograremos conseguir. Dios no hubiera puesto tan grandes anhelos en nuestra mente si no tuviera el deseo de ayudarnos a realizarlos. “Si Dios nos da la capacidad de soñar, también nos da la capacidad para que esos sueños se vuelvan realidad”.
Hay que visualizar lo más exactamente posible que es lo que deseamos obtener. Es necesario cristalizar la meta, definir bien claro a dónde deseamos llegar. No tengamos miedo en proponernos ideales altos para conseguirlos, pero que sean claros y no entre humos y nieblas sin saber al fin y al cabo que es lo que tratamos de obtener. Veamos el objetivo como si ya se hubiera realizado, como hacen los arquitectos que al empezar la construcción ya tienen hecha la maqueta con todos los detalles de la obra. Habrá detalles nuevos que se nos irán sumando en el transcurso del camino, pero lo importante es que sepamos qué es concretamente lo que deseamos llegar a ser o a conseguir.
Trace un plan para logar sus ambiciones. No deje nada al azar. Divida el plan general en metas inmediatas que irá consiguiendo poco a poco. Cada pequeña meta conseguida será un empujón más que animará a seguir corriendo hacia el éxito. Son pequeños premios de montaña que van aumentando puntaje.
No importa que las cosas no resulten siempre como uno se las esperaba. “Las dificultades hacen crecer la personalidad”. El que obra puede equivocarse, pero el que no obra está equivocado definitivamente. 
Como las hormigas tenemos que esforzarnos porque no puede pasar un solo día sin llevar un viaje de refuerzo hasta nuestro centro de acción; y de viaje en viaje, se llega a amontonar tesoros. Empieza hoy a cultivar el éxito, mañana puede ser tarde. 

Fuente:http://archivo.elnuevodiario.com.ni/misterios-enigmas/310870-base-exito-es-determinacion/


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